Un tronco de un árbol, una hoja que cae en otoño, o cultivos específicos como el maíz. Todo eso serían ejemplos de biomasa y puede llegar a ser una energía renovable muy viable que en los últimos años se está explotando y desarrollando.
La biomasa exactamente se podría definir como la cantidad de materia orgánica o masa que se acumula en un individuo, una población o un ecosistema y que es susceptible de ser utilizada como fuente de energía. Ésta se puede clasificar en 3 tipos: la biomasa natural, aquella que se produce sin que el humano intervenga; la residual, subproducto de alguna actividad agrícola o ganadera; y los cultivos energéticos, aquellos destinados exclusivamente a la producción de biocombustibles.
La generación de energía a partir de la biomasa no está exenta de controversia. Para analizar si se puede considerar o no una fuente renovable hay que considerar varias características. Por lo que refiere a las emisiones de CO2, pude considerarse que es neutro, siempre y cuando se utilice una cantidad de biomasa igual a la producción neta del ecosistema que se explota. Por otra parte, no debe olvidarse que en la producción de algunos biocombustibles, se debe sumar la energía consumida mediante el agua dulce que se emplea para tal caso. Otras consideraciones a tener en cuenta son si la producción de combustibles sería el mejor uso para un residuo en concreto o, en caso que hablemos de cultivos como materia primera, si sería ese el mejor uso para el suelo.
Por último, destacar alguna desventaja de esta fuente de energía, como sería la utilización de cultivos vegetales comestibles como cultivos destinados a producir biocombustibles. Eso significaría la producción de un combustible que el rico puede pagar a costa de encarecer la dieta de países más pobres. De todas maneras, hoy en día se están desarrollando muchas técnicas que tratan de buscar alternativas y maneras más eficientes para aprovechar la energía contenida en la biomasa y hacerla una alternativa real y viable.